Argentina como el Ave Fenix
Argentinos: ya está, ya fue, ya “Ella” no puede hacer más maldades, picardías y cometer perversidades…desde el gobierno. Pero no se retirará tranquila a convertirse en una abuelita que teja escarpines. Seguramente en su mente febril estará complotando las mil y una formas de inventar la máquina de impedir, para que a Macri (ergo al país) le vaya mal, con la nada sutil esperanza de que el pueblo Argentino, devastado, le pida de rodillas su regreso.
No le demos el gusto.
Pero para ello, hay varias condiciones que cumplir.
a) No insultar o denigrar a aquellas personas que aun creen en ella, aun si nos resulta imposible comprender sus razones.
b) No considerar que el presidente y su gabinete, más los gobernadores y demás autoridades, tienen una galera mágica y una varita con las cuales podrán revertir fácilmente el desastre que han heredado. Si las expectativas son demasiado altas, las posibilidades de decepción serán enormes.
c) Hacer, lo repito una vez más, lo que JFK dijo en su discurso inaugural: “no te preguntes que es lo que tu país puede hacer por ti, sino que es lo que tu puedes hacer por tu país”. Hay que salir a arremangarse, ayudar, formar comisiones de voluntarios para colaborar lo más posible. En la cuadra, la manzana, el barrio, la localidad, la provincia y el país todo.
d) Si hay ataques o provocaciones del gobierno saliente, ignorarlos. No valen la pena.
e) Intentar revivir relaciones de amistad, de familia, comerciales, que fueron destruidas por la polaridad y división que se creó y propició en el anterior gobierno. Somos todos argentinos, todos humanos y debemos estar hermanados. Bastante porquería hay en el mundo como para no disfrutar del amor y la amistad que todos tenemos dentro. Cuando Boca y River juegan, intentan ganar por todos los medios. Pero cuando terminan el partido, ambos equipos se saludan , abrazan e intercambian camisetas. Nosotros también podemos.
f) Apoyar las medidas que el nuevo gobierno tome, dando la oportunidad de que demuestren su eficacia.
g) Ponerle alegría a la vida. Recordar que todo es tan efímero que no vale la pena amargarse.
Con estas reglas tan simples de seguir, Argentina se convertirá en el país increíble que ha sido y que DEBE volver a ser.