Elecciones en Argentina. Mis primeras impresiones.
Sí, ganó Javier Milei.
En la cancha se ven los “pingos”. Más que nada el tiempo dirá qué es lo que logra hacer, cómo controla a los poderosos gremios que siempre están en contra de gobiernos no peronistas, si hará una “redada” dentro de sus fuerzas y depurará a impresentables como esa Lilia L y otros, qué logrará pasar en el congreso, cómo reaccionarán los mercados y miles de factores más.
El admirable discurso de Massa, antes de tiempo ya que las cifras oficiales no habían sido dadas, fue conciliador y diplomático, aunque no perdió la oportunidad de repetir algunas mentiras. De hecho, si lo escuchaba alguien que no lo conoce a este cínico y corrupto, quien ha mentido sin parar, lo habría confundido con un Churchill moderno. Nada más lejano.
A quienes lo conocemos hace décadas no nos engaña. Y no puede darle responsabilidades sobre los desastres que él hizo a Milei a partir de mañana. Es una papa caliente. Que se haga cargo.
Otra buena es que el presidente de facto le ordenó al títere Alberto que la transición empiece mañana.
Llámenme amarga, pero aún no festejo del todo.
Festejo el fin de la asociación ilícita K…por ahora, donde el papel de Patricia Bullrich y Mauricio Macri fue fundamental.
Como siempre digo, cada minuto que nosotros pasamos ocupados trabajando, comiendo, hablando con amigos o festejando un triunfo electoral, la banda de Cristina Fernández de Kirchner está complotando a tiempo completo. Los miles de millones de dólares que robaron en toda su gestión (y seguirán robando hasta que les corten el chorro) los usarán para planificar sus palos en la rueda y su vuelta al poder.
No conciben la vida sin poder y dinero.
Hoy, en lo personal, me alegro de haberme expuesto tanto y haber soportado más insultos juntos que en toda mi vida. Valió la pena.
Por eso, festejen tranquilos hoy. A partir de mañana, a estar alertas y con los ojos bien abiertos por el resto de la cosecha. Cosecha que ya no podrán robar, si vos lo impedís.
Por hoy, que viva la libertad!
PD: agrego una anécdota de mi votación de hoy. Una autoridad de mesa me abrazó y me agradeció por la carta que publiqué hace unos días arengando a votar por lo que llamo “el mal menor” hasta que se demuestre lo contrario.
Me dijo: “muchos amigos y familiares estaban indecisos y decían que votarían en blanco o no votarían. Tu carta los convenció”. Se me puso la piel de gallina.