Vulnerabilidad
¿Cuántas veces me he hecho “la fuerte” para soportar los aguaceros de la vida?
Esa ocasión en la que uno sabe que su pareja tiene algo malo para decirnos, y nos concentramos en no llorar para demostrar fortaleza.
O cuando un jefe nos pide una reunión, que en la mayoría de los casos es para darnos una mala noticia. O tantas otra veces, grandes y pequeñas, en las cuales hacemos un esfuerzo extremo para anestesiar nuestros sentimientos, y así esconder nuestras sensaciones de vulnerabilidad. No queremos que sepan que somos débiles, sentimentales, amorosos, que sufrimos, que somos sensibles…
Entonces esa anestesia que usamos para acallar lo que verdaderamente sentimos, nos ayuda a superar el momento –aunque a veces no tenemos la dosis necesaria- y pasamos el momento (o la época) creyendo que lo superamos. El problema es el siguiente: si anestesiamos nuestro miedo, vergüenza, nuestros sentimientos de no ser merecedores de amor y admiración…también suprimimos otras cosas, las cosas buenas. Cosas fundamentales como la alegría, la creatividad y el amor.
A veces hay que poder darse permiso de ser herido, para valorar el ser amado.
Esta investigadora dio una charla en TED muy interesante al respecto. Es en inglés pero se pueden activar los subtítulos en español.