La Paz Es Posible
La historia de la humanidad compila la cantidad de guerras del mundo, de una etnia contra otra, de un país contra otro, de una familia feudal contra otra. Eso es lo que los libros de historia enseñan.
En el medio hay millones de historias de amor que no llegan a ninguna clase de escuela, y múltiples inventos que han ido, en la mayoría de los casos, mejorando la calidad de vida de mucha gente. De sólo pensar que mi mamá, cuando joven, tenía un refrigerador “a hielo”, es decir que tenía que pasar el carro (con caballos) por la puerta de su casa para dejarle una barra de hielo que pudiera conservar sus alimentos. Y la ropa se lavaba a mano. ¡Como tantas otras cosas!
Hoy en el supermercado compramos productos frescos o congelados de cualquier parte y clima del mundo y quienes no saben o quieren cocinar tienen una infinita gama de opciones. Así con todo, incluyendo el transporte, la electrónica y más.
Las guerras, sin embargo, siguen formando parte de las noticias sin –aparente- solución de continuidad.
Hay un episodio muy curioso y poco conocido que sucedió durante la primera guerra mundial.
El entonces Papa Benedicto XV pidió a principio de diciembre de 1914 que las tropas dejaran de pelear y al menos festejaran en paz la navidad. Ninguno de los gobiernos involucrados acató su sugerencia.
Sin embargo, los soldados británicos y alemanes tomaron una decisión propia: durante la noche de navidad dejaron de dispararse mutuamente. Con las primeras luces del día, los alemanes avanzaron al pedazo de “tierra de nadie” que los separaba, gritando “Feliz Navidad” en inglés. Primero los aliados, comprensiblemente, pensaban que era una trampa, pero cuando comprobaron que los germanos estaban desarmados, hicieron lo propio. Crónicas de la época cuentan que hasta intercambiaron regalos como cigarrillos y compota de ciruelas. Cantaron juntos y hasta jugaron un amistoso de futbol. También aprovecharon la tregua para retirar los soldados caídos en el pedazo de tierra que los separaba.
A ése curioso momento de la historia se lo conoce como “La tregua de la Navidad de 1914” y sucedió sólo cinco meses después del comienzo de la guerra.
En conflictos bélicos posteriores hubo intentos similares, que rápidamente fueron aplastados con amenazas de disciplina por parte de los superiores.
Ese acto que tiene 99 años de antigüedad, demostró que debajo de los uniformes y el armamento mortal de cada soldado, se esconde una humanidad que grita desesperada por salir a pedir por la paz.