La Vida Te Da Sorpresas, Sorpresas Te Da La Vida
Cuando tenía 20 años buscaba trabajo en Buenos Aires a través de una agencia de empleos o head hunters como las llaman ahora. Mi currículo era modesto: secundaria, inglés, un par de años recorriendo el mundo como una aventurera y paremos ahí.
Me enviaron a una entrevista en unas oficinas en las cinco esquinas de Recoleta sin decirme qué era.
No tenía cartel afuera ni existía Google, así que sin saberlo fui a una de las agencias de publicidad más grandes del momento. Era Ratto (https://es.wikipedia.org/wiki/David_Ratto )
Necesitaban recepcionista. Me atendió alguien de apellido Petinatti si no me traiciona mi memoria.
Me pidió que nombrara agencias de publicidad. Creo que mencioné una sola.
Entre las preguntas que me hizo, recuerdo ésta: “decime una publicidad que hayas visto”. Me dió vergüenza confesar que desde que tenía 16 años cuando mi papá regaló nuestra TV (esa es otra historia que encontrarás en este blog) no veía tele. Sin embargo recordé una que había visto en casa ajena. Era de una maquinita de afeitar. Me preguntó porqué la recordaba y contesté que por dos cosas. Primero porque el actor estaba en una silla giratoria dando la espalda a cámara. Se da vuelta y pregunta mirando al televidente: ¿con qué maquinita me afeité? Después de una breve pausa contesta “no, es con…tal producto”. Aclaré que me llamó la atención que el personaje “leyera mi mente” ya que pensé en Gillette y me dijera “no” mencionando que era la competencia. Lo segundo que me llamó la atención, fue que el actor fuese rubio. Le expliqué que me parecía una mala elección ya es mucho más fácil mostrar un hombre bien afeitado rubio, que un moreno bien peludo.
El señor miró a esta veinteañera con los ojos entrecerrados con cara de sospecha por unos momentos, y dió por terminada nuestra entrevista.
La agencia que me envió me contó que no pudieron convencer a la gente de Ratto que lo que dije fue absolutamente espontáneo y que no había sido “preparada” por nadie. Resulta que esa publicidad, era de la agencia Ratto.
Muchos años después, contratada para conducir un evento de agencias de publicidad en un elegantísimo hotel de Buenos Aires, conocí a David Ratto y le conté la historia.
No se mostró impresionado. Parece que aquel personaje era su cuñado. Le aclaré que estaba muy agradecida. Quizás de haber obtenido aquel trabajo, aún sería la recepcionista de una agencia de publicidad y mi variada vida habría sido completamente diferente. Nunca lo sabré.