Nuevo Gobierno en Argentina
Quizás seas muy joven para recordar las elecciones de 1983, cuando Ricardo Alfonsín accedió a la presidencia. Éramos un grupo de jóvenes amigos, en una noche inusualmente fresca en la provincia de Buenos Aires, esperando y festejando cada vez que nos llegaban más y más datos anunciando ese cambio tan esperado. Después salimos a la calle en auto, y todo el mundo, a los bocinazos, festejaba riendo y bebiendo, el triunfo de Alfonsín. Luego vinieron los problemas: su enfrentamiento con los militares, con los terroristas, la hiperinflación, el levantamiento de los carapintadas y tantos problemas más. Su final como mandatario no fue feliz.
Por eso a la euforia de hoy de muchos argentinos, les advierto que hay que disfrutarla mientras dure.
La mandataria saliente no está dejando un país fácil de gobernar, ni hay una población contenta por el triunfo de un cambio en un cien por ciento.
Las cifras finales (estoy escribiendo esto antes de los resultados oficiales de la noche) determinarán que hay millones de compatriotas que no están festejando.
Quienes pierden poder político o quienes pierden poder de cualquier tipo, no están contentos. Y una parte enorme de la población que creyó los discursos mentirosos, o que vive del estado y ha sido azuzado con campañas intimidatorias de todo tipo, están tristes y asustados.
También existen aquellos que –al menos hasta hoy- se animaban a publicar en redes sociales cosas como esta: “no lo vamos a dejar gobernar” o “seré muy critico” o “si ganan los sacaremos de la casa rosada”. Estoy segura que esa gente no está tomando champagne. Y esa es la gente a la que hay que conquistar con hechos, con cambios positivos.
A quienes complotan contra un gobierno democráticamente elegido, hay que arrestarlos. A los demás, hay que ganarlos a fuerza de sonrisas, palabras y hechos. O sea: todo lo contrario de lo que hizo el gobierno saliente, creando un clima de virtual guerra civil.
Cuando las aguas se calmen, y ya hayan robado todo lo que podían haber robado (he visto fotos y videos de despachos oficiales directamente vaciados con camiones de mudanza) empezará una nueva etapa, muy difícil y sacrificada, pero absolutamente necesaria. Si Japón y Alemania se recuperaron y lograron convertirse en potencias después de la segunda guerra mundial, Argentina también puede. Seguro.
En las palabras de la inauguración presidencial de John F. Kennedy: ”Mis conciudadanos, no pregunten que es lo que su país puede hacer por ustedes…pregunten que es lo que ustedes pueden hacer por su país”.