Denigraron a un ex futbolista por trabajar en Uber. Mi opinion.
A finales de 1994 mi única hija Nicole tenía 3 meses, cuando de un día para otro, y por razones políticas, cancelaron el programa de TV donde trabajaba(*) y por el cual había regresado a Argentina tres años antes, luego de vivir por diez en EEUU.
Así, madre soltera de un bebé, sin ayuda económica, con pocos ahorros, con mi currículo bajo el brazo y en un país complicado como siempre, me dediqué por meses a recorrer todas las redacciones, canales de TV, radios y demás, con la esperanza de conseguir ese ingreso que necesitaba de inmediato.
Mis padres me ayudaron. También tuve amigos que nos ofrecieron vivir en sus casas.
La horrible respuesta que obtenía en mi búsqueda era una repetición que me dolía en los oídos, en el corazón y en las vísceras.
“No, Lana. No tenemos nada para vos. Estás sobre calificada”.
Quizás les sonaba como un piropo, pero para quien tiene que proveer para su familia era la peor de las frases.
Quería ser la última reportera. La productora principiante. No importaba. Necesitaba una entrada para pagar el alquiler, comprar comida, pañales.
Finalmente después de tanto esfuerzo, y como por obra de magia, Canal 9 me contactó y me contrató por unos años, permitiéndome hacer nuevamente lo que me gustaba. Tuve mucha suerte.
Nunca he contado esta historia ni privada ni públicamente, pero no puedo hacer menos ante la cruel reacción hacia un joven argentino como el ex defensor de Independiente Juan Manuel Trejo, quien no elige la limosna ni el delito, opciones que parecen estar muy de moda en nuestro país, y decide hacer lo correcto.
Sigo viviendo en Miami, donde el sueño americano no es más que una ilusión para muchos de quienes elegimos emigrar hacia estas tierras.
Sólo espero que si en el futuro viajo a Buenos Aires de visita, sea Juan Manuel uno de mis choferes de Uber. O mejor aún. Que él haya logrado hacer otra cosa si ese es su sueño. Se lo merece.
(*) Edición Plus, por Telefé.