Historias de Adrogué. Finky.
Tenía 18 años y estaba de novia con Dany de 21, enamorada hasta el tuétano.
Lo que escribiré es un relato auto-biográfico, pero no doy fe que todos los datos históricos sean cien por ciento precisos. La memoria es selectiva.
Cursaba el quinto año de la secundaria mientras el hacía “la colimba” (el servicio militar obligatorio de entonces. “Colimba” deriva de corre-limpia-barre, un término despectivo). Como su papá trabajaba para alguna dependencia militar, Dany estaba “acomodado” y sus tareas de soldado raso lo ocupaban de lunes a viernes en un edificio del centro de Buenos Aires, creo que en la calle Maipú. Un portón enorme de madera, sin cartel alguno que delatara su función.
Ambos vivíamos en el bello Adrogué y carecíamos de ingresos así que nuestra salida semanal de lujo, consistía en comprar empanadas de carne -me hice vegetariana unos meses después- en Pratto Hermanos, y con ese tesoro en mano, irnos a Finky, un cruce de vías del ferrocarril entre la línea Roca que iba hacia la estación Constitución, y la que venia de Quilmes e iba hacia Ezeiza. En esa época el tren no era eléctrico así que se podía acceder a sus vías.
El puente donde ambos trenes se cruzaban, databa de la era de la construcción del sistema ferroviario, de origen británico como los nombres de muchas de sus estaciones: Temperley, Banfield.
De ladrillos a la vista, y cubierto de vegetación salvaje local, era un refugio perfecto para una parejita de enamorados como nosotros. Nos sentábamos contra una de sus escarpadas paredes, completamente cubiertos por el verde y una sensación de estar en algún exótico jardín con connotación romántica.
Allí, cada sábado al mediodía, almorzábamos nuestras empanadas y hablaríamos de amor o nos daríamos apasionados besos con gusto a cebolla y aceitunas con carne.
Una noche, una “manada de chicos bien” como se lo describiría ahora, decidió secuestrar una jovencita y divertirse con ella. Lamentablemente, la diversión terminó en una violación en grupo y el posterior asesinato de la pobre victima. Quizás su muerte fue un accidente, ahogada por el sweater de uno de los victimarios o quizás no. La violación en grupo fue una decisión, no un accidente. No se que pasó con los culpables de ese horrendo crimen. Solo hice una búsqueda superficial en Google y no lo encontré. No quería en realidad saber cada detalle. Lo que sí se, es que ese rincón del planeta que para nosotros representaba mañanas de sábados románticas y amorosas, pasó a ser una escena de un crimen y por ende nunca mas regresamos, ni volvimos a mencionar al lugar.
Gustavo
December 7, 2021 @ 3:14 pm
Hola Lana. Leí esta entrada recién hoy, buscando cosas sobre el Finky. Alguna vez me interesé por el caso y puedo aportarte datos: la chica se llamaba Patricia y tenía tu misma edad (por lo que entiendo) en ese momento: 18 años. El hecho ocurrió el 11 de noviembre de 1978. Sus padres eran propietarios del kiosco ubicado en Espora y Mitre, uno de esos que estaban construidos en medio de la vereda, tipo “garitas”. Ese en particular subsistió hasta 2003, más o menos, según me dijeron en la histórica farmacia Calvo, que estaba -y aún está- al lado. También puedo decirte que el rincón del Finky junto al puente de “kilo 18” (en la jerga ferroviaria) está muy cambiado, como todo. Saludos y gracias.