Lo Fugaz de la Vida
“Nadie tiene la vaca atada”. (Dicho argentino que indica que no somos dueños de la vida)
Hace no más de un par de semanas la vi a la señora Olga, la mujer de 97 años que vivía en mi edificio y que conocí hace 6 años cuando, como miembro del consorcio, fue la encargada de entrevistarnos junto a mi hija para aprobar nuestra mudanza al condominio.
Hace días, les contaba, ella caminaba erguida, ayudada más que nada “moralmente” por su asistente, mientras visitaba a unos niños vecinos míos.
Anteayer a la noche le pidió a su ayudante que la bañara. Se despertó como a las 2 de la mañana y pidió asistencia para ir al baño. Luego se durmió y ya no volvió a despertar.
Querida y respetada por quienes la conocíamos, era la imagen de la perfección: coqueta hasta el último día, su pelo blanco como la nieve siempre prolijamente peinado, tenia una memoria que aún con muchas menos décadas de vida le envidio y una sonrisa lista para ser compartida en todo momento.
Tuvo una vida satisfactoria y una muerte dulce como diría Simone de Beauvoir hablando de su madre. Creo que todos quisiéramos irnos así, sin sentirlo y sin sufrirlo.
Ella solía decir que “estaba lista”, que “cuando la llamaran desde arriba, se iría”.
Aparentemente se bañó y se arregló para éste viaje sin regreso.
Seguro la habrán recibido con las mismas sonrisas que ella seguirá repartiendo.