No Vivimos En Tiempos Normales
Anoche asistí a un evento social que se llevaba a cabo en una sinagoga local. Estacioné mi auto junto a muchos otros, le pregunté al policía que estaba en la puerta por dónde se entraba, caminé junto a otras personas hacia el lugar, entré, me registré. Había comida y me serví algo, me senté en una mesa con desconocidos y me presenté iniciando varias conversaciones interesantes. Nada de lo que dije se sale de un evento enmarcado en la mayor de las normalidades.
Sin embargo, hubo un detalle diferente. Algo que nunca me pasó antes. Cuando estacioné el auto y vi que como única medida de seguridad, había un solo policía armado frente a la institución religiosa judía, y que ni siquiera se encontraba en estado de máxima alerta, sino que estaba relajado conversando con dos personas, se me cruzaron unos pensamientos algo paranoicos. O dados los últimos hechos registrados en este país (y en otros) quizás no sea tan paranoico.
Pensé lo siguiente: si a un terrorista, llámese islámico o de la ultraderecha nazi o de donde sea, se le ocurre atacar éste templo ahora, ese policía muere antes que nadie de un tiro, sin saber que le pasó, y las próximas víctimas estamos completamente indefensas. No me bajé del coche sin antes enviarles un mensaje a mi hija y a mi prometido, con la siguiente leyenda: “estoy entrando a una sinagoga. Si algo me pasara, quiero que sepan que los amo”. Con un nudo en la garganta avancé hacia el evento.
Este es el mundo en el que vivimos. Salir de casa siempre es un riesgo. Como decían nuestras abuelas “te puede pisar un camión”. Pero hoy, más que nunca, ir a un centro comercial, un cine, una discoteca, una mezquita, una iglesia o una sinagoga, o simplemente pasar por la vereda de una de ellas, puede ser lo último que hagamos.
Veamos solo algunos datos de EEUU del 2019, dónde la epidemia de tiroteos masivos no parece tener solución.
Según Wikipedia, hasta el 24 de septiembre del corriente año, hubo 334 tiroteos masivos, con 1.684 víctimas, de las cuales 377 murieron y 1.347 resultaron heridas. Hay que considerar que de esos heridos, muchos nunca volverán a tener la vida que gozaron hasta ese momento.
¡Eso determina un promedio de 1,24 tiroteos masivos por día! ¿Soy realmente paranoica o existe una posibilidad cierta de que “algo me pase a mí o mi familia”, y no solamente a “los demás”?
Los miembros del congreso y el senado, acusados de estar en los bolsillos del lobby de las armas, como la poderosa organización nacional del rifle (NRA por sus siglas en inglés) no mueven un dedo para cambiar o prevenir estas masacres.
Lamento no terminar éste ensayo con una nota optimista como lo hago habitualmente.
Habrá que portarse bien y rezarle al dios indicado. Por el momento al menos, estamos en manos de unos cuantos locos y otros cuantos malos muy peligrosos y fuertemente armados. Los superhéroes de las películas no están disponibles para defendernos.