Ommm…Ommm
Mi mente juega en contra de mi cuerpo.
Hace un par de semanas empezó a dolerme el cuello, luego la espalda y luego el brazo derecho, hasta que termine yendo al médico para que me diera algo que me permitiera seguir funcionando con mis múltiples actividades diarias.
En realidad más que los relajantes musculares que me dio el doctor, lo que necesitaba era una vacación. El amoroso de mi novio me sacó a pasear por el fin de semana, me confiscó el celular y como no lleve ni mi computadora y ni mi iPad, estuve lo suficientemente desconectada y relajada, para volver a mi estado ideal.
Pero lo que no voy a lograr ni con un fin de semana de descanso, ni con algo que la química moderna pueda crear, es la habilidad de bajar uno o varios cambios, y poder detenerme más en las cosas simples de cada día, algo que pregono en forma continua pero que me es muy difícil de hacer, ya que va en contra de mi naturaleza y mi personalidad.
Quizás algún día lo logre, aunque me veo más como una de esas viejitas de 80 y pico de años que no paran de hacer cosas para sí mismas y para los demás. Al fin y al cabo, toda mi rebeldía adolescente no me sirvió para diferenciarme: soy igual a mi mamá. O peor.