Una Mezcla De Cosas
Es llamativo como algunas cosas que nos resultan obvias, no lo son para otros.
Cuando era chica creía que quería ser bióloga, específicamente entomóloga, para dedicarme a estudiar insectos. Me fascinaban. Los observaba por horas y descubría comportamientos que no encajaban en lo que la ciencia creía: que todo lo que hacían era por instinto.
He observado hormigas, moscas y arañas haciendo cosas individuales, diferentes y hasta innecesarias para su supervivencia.
Lo mismo aplicaba a animales mucho mas sofisticados, como mamíferos. Con ello, las industrias cárnica y pesquera, sacaban las culpas de los consumidores de animales, con las explicaciones más simples: los animales no sienten. Tan simples como falsas. (*)
En los últimos años, en los cuales la tecnología ha avanzado exponencialmente, y cuando cualquier humano tiene una sofisticada cámara fotográfica y de video en su mano, hemos descubierto comportamientos animales que ya no pueden ser explicados a través de falsedades.
Se hizo viral la madre ballena que, durante 17 días, nadó arrastrando a su bebé muerto por el océano. Manadas de elefantes rindiendo homenaje a la matriarca muerta. Monos usando herramientas para conseguir alimento o reviviendo a un familiar afectado por una descarga eléctrica de una vía del tren, así como aves practicando técnicas para revivir a un compañero después de perder el conocimiento al chocar con un vidrio y hasta invertebrados como caracoles, ayudando a un compañero en problemas.
Nada de eso tiene que ver con el instinto. Es obvio que todos los animales, aún aquellos que no tienen cerebro, sienten. Son seres vivos y sienten.
Efectivamente, hervir viva una langosta de 40 años significa una muerte espantosa para el animal. Si pudiese expresarse en sonidos e idiomas que comprendemos, nos daríamos cuenta de su sufrimiento, y posiblemente algunos humanos dejarían de comerlos, o matarlos por su piel, su cuero, o habría un movimiento masivo para que se dejen de lado los crueles e inútiles experimentos en animales. Cualquier persona que tiene un animal doméstico, sea un perro, gato, loro o hámster, sabe que su animal siente placer, miedo, tristeza, etc.
En realidad, este prolegómeno que me salió sin querer, era para contar otra cosa. Algo que tiene alguna relación con lo anterior y que me surgió por un recuerdo de mis 4 años.
Creo que a veces a los niños no les reconocemos -en toda su amplitud-, su gama de sentimientos. Son pequeños y carecen de experiencia, pero son capaces de poseer una enorme cantidad de sentimientos profundos.
Tenía cuatro años, como dije, e iba a un jardín de infantes. Mi mamá me enviaba con una vianda cuyo contenido no recuerdo, salvo una excepción: caramelos. En esa época aún no se sabia con claridad que el azúcar produce caries.
En un recreo, una niña llamada Roxana, vio que tenía un caramelo en mi mano y se acercó con la siguiente propuesta: “te cambio tu caramelo por el mío”.
De niña era muy tímida y callada. Sin sospechar nada, le di mi caramelo y ella me dio el suyo e inmediatamente se fue. Abrí el pequeño envoltorio para ver que había sido engañada: contenía una piedrita.
No recuerdo si lloré, si pedí ayuda o si simplemente no hice nada. Me inclino por esta última opción.
Un par de días después, Roxana estaba jugando en el recreo, se golpeó contra otra niña, y se lastimó gravemente, quebrándose el brazo.
Puedo recordar perfectamente todas las emociones que esos episodios me hicieron sentir: decepción, rencor, enojo, un sentido de justicia divina, satisfacción, recelo, tristeza.
Pensado desde la perspectiva de ahora, son sentimientos que un adulto no pone en un pequeño de cuatro años. Sin embargo, los recuerdo con mucha claridad.
A veces, la ciencia necesita de la observación de las personas comunes para alimentar sus pesadas enciclopedias.
(*) Soy vegetariana hace mas de 40 años
José Quispecahuana Sifuentes
November 9, 2020 @ 4:30 am
Realmente eras especial ya de niña ! Lanita 🙂
Lana Montalban
November 9, 2020 @ 5:51 am
Gracias Jose, un gran abrazo. Gracias por tu fidelidad.
Lis Medina
November 9, 2020 @ 10:16 am
Hermoso! gracias! besos de una rionegrina viviendo en San Isidro …
Lana Montalban
November 13, 2020 @ 2:15 am
Gracias Lis! Un abrazo!